Cortos De Tinta: La Sala De Los Bonsáis (V)


Camisa de seda de media manga marrón, chaleco azul marino de una hilera de botones, pantalones formales de vestir azul marino también con bolsillos, y una gabardina tres cuartos de terciopelo marrón.

Martín Manuel Vega Redondo está sentado en un taburete con un vaso en una mano y unas tijeras pequeñas de podar en la otra y unas tenazas de jin en la misma mesa de los bonsáis.
Riega un poco los bonsáis, y trabaja un poco en ellos mientras recuerda cómo el día anterior al presentar el caso con el informe de Josephine Daranas como el que va a tratar, sus compañeros le dijeron que no escogiera ese, que eligiera uno más fácil.

-«Haré la primera cita de actualización y reconocimiento, y si eso, lo dejo»-.

Les dijo, aunque no tiene intención de dejarlo tan a la ligera.

Conduciendo por carreteras secundarias convencionales su Arteon verde oliva, repasando mentalmente el informe. Tiene las hojas sacadas de las carpetas, medio metido los informes en un maletín.

En el panel digital de su coche tiene abierto el menú, le da al play y escucha una voz femenina digitalizada, una inteligencia artificial.

El Caso: Un Noche de Otoño, en una Gasolinera, en un lugar con poca luz en general, no hay muchos coches en la gasolinera, como unos tres o cuatro.

Cargos: Agresión con agravantes a un hombre. Las cámaras de seguridad captan a Josephine y al hombre saliendo de la parte de los aseos hacia la parte de la entrada de la tienda/garita, y se ve un poco como ella está en el suelo, y el hombre persiguiéndola, y cuando están donde los coches aparcados, en los surtidores, ella saca fuerzas y le devuelve las ostias, con tan mala suerte que el hombre acaba sangrando en el suelo de un mal golpe, sin poderse levantar y sufriendo espasmos.

Ella llamó a la policia y a una ambulancia, la detuvieron, el hombre ha quedado en coma.

Abogado: Alega Defensa Propia, se entienden las circunstancias y el contexto pero al haber sido más graves las lesiones del hombre que las de la propia Josephine, ella tiene que permanencer en reclusión por las heridas causadas, por el estado actual del hombre y su vista para sentencia en la cárcel, pudiendo tardar ésto último meses e incluso años, si se tercia o se complica la investigación.

Testigos: Los pocos testigos que había en la tienda de la gasolinera ese fatídico día declararon en contra de Josephine Daranas.

En el cielo hay nubes claras concisas y sólidas pero no nieva, hace fresco, pero no frío, y desde fuera delante de la Cárcel de las Damas, ahí de pie, impone un poco.

Tiene la piel herizada, y un nudo en el estómago.

Por fuera es de cemento beige, tiene por barrera y barrotes externos unas columnitas emulando el neoromanticismo.

Los muros exteriores son de tres metros y medio de altos, y una entrada terminada en arco, hay un puestecito de la garita de seguridad al lado de un paso a nivel antes de la entrada propiamente dicha.

La garita tiene una máquina detectora de metales y un scanner de rayos x, y el guardia también tiene un detector de matales portátil para pasarlo por el cuerpo de las personas que entran visitantes, cogen su identificación, que saca una impresora en esa oficinita, y la introducen en el registro, en el ordenador, en un informe correspondiente de actas de visita, donde una base de datos conjunta del gobierno y de todas las fuerzas de seguridad del estado para verificar en cuestión de segundos su autenticidad.

El guardia de seguridad habla por intercomunicador con otros funcionarios de prisiones, le hacen quitarse los zapatos y ponerse unos zuecos de plástico, también le hacen quitarse el cinturón.

Mientras está esperando, al poco rato viene otro señor uniformado de forma diferente.

-Soy el encargado de supervisar esta visita. Puede llamarme García, oficial García.

Y así es como el oficial García mientras van pasando por los diferentes pabellones y salas con sus respectivos controles de acceso, (donde García tiene que pasar su tarjeta por los sensores y apuntar en las hojas de registro de pabellón en pabellón), le está hablando del régimen de horarios, actividades y visitas del centro.

-Mucha gente dice que éste es uno de los centros con menos libretad para las presas. Pero primero, es una institución penitenciaria, la cosa es que esté privada de cierta libertad, aunque no sean criminales de nivel máximo.

Justo está atravesando de puerta de seguridad en puerta de seguridad por la biblioteca, que es super amplia, y aquitectónicamente entre neobarroca y rococó, y en donde hay bastantes reclusas y celadores.

-Tenemos muchas salas de ocio, dependiendo de la edad y los delitos de cada una, pero pueden hacer muchas cosas.

Atravesando una sala de juegos, donde hay un billar, un futbolín, y varias personas jugando a juegos de mesa, a las cartas, al dominó, al monopoli, al scrable, a las damas, al ajedrez, etc…

-Por ejemplo (el oficial García mira su reloj, y unas hojas que tiene) tu presa es una de las que mejor vive aquí.

Llegan a un pasillo donde el estilo decorativo y todo cambia un poco.

Parecen puertas normales y corrientes de casa con unos ventanales grandes, por los que se ve el interior, parecen hogares.

-Estos son casas-.

-Algunos carcelarios viven aquí, sí. Se tienen regímenes internos y externos.-

-Parece que están muy bien-.

-Sí, bueno, el ala de las reclusas reconocidas incapacidatas mentales, que no están en perfecto uso de sus condiciones mentales para abordar un juicio, o para todo lo demás es la siguiente. Justo al lado. No sé, supongo que todo es acostumbrarse.

Pasan esa sección en silencio ellos dos, solo escuchando las voces y delirios de las reclusas, en esas salitas que apenas tienen ventanitas pequeñas y unas ranuritas para las manos.

Un poco sorprendido e inquieto por lo que acaba de escuchar, pasando de una zona a otra, llegando a la siguiente ala, Reddie se ha quedado con la mirada y la mente para atrás, y cuando vuelve la vista hacia adelante, y mientras le habla el Oficial García

-Por aquí son las sesiones de terapia grupales de las presas-.

Reddie no le está mirando a él, puesto que le ha tenido prácticamente todo el rato a dos pasos por delante, la vista de Reddie cae en una de esas salas con puertas de vidrio y grandes ventanales, su mirada cae en un Bonsáis que hay encima de una mesa redonda al fondo de esa sala, no le da tiempo casi a contemplarlo como suele hacer él o como le gustaría porque alguien se coloca detrás del Bonsái.

Es una mujer negra, de unos 60 kgs, el pelo muy rizado, con un rizo muy cerrado, corto, caoba oscuro, a Reddie sólo le da tiempo a ver cómo esa mujer se agacha a la altura del Bonsái, con unas herramientas de cartón, una regadera, y habla a la planta.

Es durante ese instante, al mirar a esa mujer que el rostro de Reddie automáticamente se suaviza, se calma de golpe, como si por un instante hubiera sentido paz.

El Oficial García abre una de las puertas con su tarjeta electrónica.

-Su abogado te está esperando, por protocolo tenéis que veros antes de que la presa te vea, y tiene que dar parte y su aprobación.

Reddie entra en la sala. El Oficial García saluda con una sonrisa a la persona que esta dentro, y dice para los dos que se quedan en el interior.

-Hay un botón de intercomunicador- (Dice yéndose) Por si no os entendéis, y cámaras.

Una vez solos, Reddie tiene delante a una mujer de ojos rasgados y pelo largo a capas.

Lleva un mono de vestir blanco de cuello alto, una chaqueta corta borgoña y unos botines blancos también.

Se acerca a darle la mano.

Respuesta

  1. Avatar de Carmen N. Okenve
    Carmen N. Okenve

    A ver hacia donde nos llevará esta historia, y sí cuando hay imágenes de seguridad, la suerte está del lado de la víctima, porque lo dicen todo. A veces los testigos pueden hacer interpretaciones desde su realidad a veces distorsionada por la falta de información etc.

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