Cortos De Tinta: La Sala De Los Bonsáis X

La abogada, Kio Sophía Nímue, y lo psicólogos van al aeropuerto.

Kio Nim lleva una falda de tubo beige, zapatos negros con cuña, camisa de media manga morada claro de seda y un maletín negro.

Manuel Redondo Vega lleva unos pantalones jogger caqui, un polo blanco, zapatos Panamá Jack, una mochila negra y otro maletín marrón.

Cuando pasan el control de seguridad y mientras van por la puerta de embarque empieza a sentir mucho calor, como un bochorno sobre todo en la cabeza.

Al momento de por fin sentarse cierra los ojos, y empieza a realizar respiraciones profundas, inspirando y expirando, porque le daba la sensación de que estaba a punto de hiperventilar.

Al pasar unos segundos así vuelve a aquella noche cuando de chiquitín empuja a su progenitora con toda su fuerza, coge a su herrmana de la mano y salen corriendo lomas rápido que pueden, hasta la cocina. Cierran la puerta, y ponen el primer mueble que pueden mover no muy bien colocado ahí en la puerta, para que sea un poco más difícil entrar.

-Susurrando le dice Reddie Vega de niño a Leyre -Corre y no mires atrás, ve a la casa de cualquier vecino- la dice mientras escuchan a su madre gritar y blasfemar y todo el ruido que hace al ir hacia la cocina.

– Diles que llamen a la policía. – Continúa diciéndole a Leyre. La madre ya está arremetiendo contra la puerta de la cocina.

– Si lo necesitan cuéntaselo todo, pero no tardes. Corre, ve

Ayuda a su hermana a salir por la ventana justo cuando la madre consigue abrir la puerta de la cocina.

El pequeño Reddie Vega la dribla, se agacha medio lanzándose por debajo de ella a un lado y consigue seguir corriendo por toda la casa perseguido por ella que no para de gritarle, pisándole los talones. Se va escondiendo haciendo el menor ruido posible, aunque da igual porque la madre hace ruido por los dos.

Logra esconderse en el piso de arriba, en uno de los armarios del pasillo. Intenta no respirar o respirar muy flojito y lo menos posible.

La mujer al haberle perdido la pista durante unos momentos se va a la habitación de él, que está enfrente del armario del pasillo. La madre se calla.

Ella mira debajo de la cama y en el armario del interior de esa habitación, con premura, al no encontrarle pasea su mirada por su alrededor y la posa en lo que tiene enfrente.

El pasillo, y el armario del pasillo. Va directo hacia allá deprisa, abre la puerta y el pequeño ve que en una mano tiene una botella de vidrio rota, y en una milésima de segundo que va a por él sin titubear.

Él gritando y haciendo acopio de toda su fuerza se abalanza sobre ella para empujarla, logrando hacerla caer y sale corriendo sin pensar en nada más que en la velocidad, baja casi rodando las escaleras directito a la puerta principal, al abrirla se choca con algo.

El choque le ha hecho caerse hacia atrás, boca arriba mira con qué se ha chocado, va observando hacia arriba y es ahí cuando se percata de que es un oficial de policía.

Él en el suelo y su madre aún viene corriendo enloquecida, el policía se agacha y abraza al niño alejándole de la madre, en plan dándole la espalda a la madre, con el niño resguardado en sus brazos, mientras un compañero policía que está detrás empuña un arma reglamentaria hacia la madre

-Alto, policía!-

La madre con los ojos inyectados en sangre despierta del trance y la adrenalina mirando fijamente al crío.

-Alto o disparo, señora!-

Su madre se ha quedado como a dos pasos de donde está el primer policía y el niño.

-Ni lo piense señora!

En ese momento la madre ya mira al policía que le está hablando, con pose de rendición, baja los brazos.

-Tápate los oídos y no mires chaval- le susurra el policía que tiene abrazado al niño.

Ese policía se levanta y aún cargando al niño se lo está llevando andando, pero rápido y el último recuerdo que tiene Reddie de pequeño en ese momento es sin escuchar nada más que su respiración y sus latidos, recuerda abrir los ojos y ver el reflejo de las luces sobre todas partes, bañándolo todo y en particular sobre su madre, le parece que todo ocurre muy despacio, casi como a cámara lenta, Reddie ve como su madre pone las manos en alto, gritos de la policía, aunque no entiende lo que la estan diciendo pero ve a su madre ponerse de rodillas, poner las manos detrás de la cabeza y finalmente cómo los agentes la cogen y la tumban boca abajo en el césped y finalmente cómo los agentes le ponen las esposas, y en todo ese momento de detención su madre ha estado mirando a su hijo, y éste no puede evitar temblar.

Le sientan en la ambulancia para que un auxiliar evalúe sus daños, el agente que le ha mantenido abrazado todo el rato le coge de la mano, el niño mira al hombre, y mira la mano.

Manuel Redondo vuelve a estar en el avión, en la actualidad, la abogada, Kio Sophía Nímue ha colocado su propia mano encima de la mano de Reddie, que mira las manos, y luego la mira a ella.

Ella le aprieta un poco la mano.

-Tranquilo, grandullón, ya estamos aquí, todo ha salido bien. Ha sido un buen vuelo.

Reddie Vega carraspea, se quita el cinturón de seguridad, y se levanta, cogiendo su equipaje de mano de los compartimentos de arriba, mientras ve a los psicólogos que pasan donde ellos y le dan un par de golpecitos en la espalda.

Le suena el teléfono, lo coge ya caminando hacia la salida del avión.

-Vega, estoy terminando con la primera tanda de tus sospechosos con el polígrafo, por cierto, de nada -le suelta casi de una Luis- Hay varias cosas interesantes, os mando los resultados y las conclusiones.

Cuelga, el equipo ha parado un taxi, y Kio Nim le espera para subir, los otros dos ya están dentro.

-Yo, iré por mi cuenta, tengo, que hacer una llamada-. Le dice Vega a Kio Nim.

Kio Nim asiente, se mete en el taxi, y Vega ve cómo se aleja el taxi.

En su teléfono va a contactos, y en el nombre de Leyre le da para llamar, mientras levanta la mano para parar otro taxi.

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