Siguiendo la tradición de escapar todo lo que se pueda del calor, de tirar para el norte en verano, nos trasladamos a este paraje, el Embalse de Riosequillo.

También por el norte, en el cauce medio del Río Lozoya, en la Sierra de Guadarrama de Madrid, persiguiendo temperaturas menos cálidas, es una zona recreativa que tiene piscinas normales al borde de una presa.



Al ser la primera vez que vamos, nos preguntamos porqué se decidió hacer ese tipo de construcción, una piscina separada remarcando el agua del embalse.
Después de ver la zona que separa pensamos que tal vez es porque no había espacio para llevar a cabo la infraestructura y que parezca una «playa» o un río accesible.

En la zona de aparcamiento, que se paga por nueve euros por persona, pueden aparcar por igual motos, turismos, todo tipo de furgonetas, autocaravanas y hasta autobuses.


Los baños son mucho mejores, mucho mas amplios y limpios, incluso llegando a medio dia, con zona solo para cambiarse, con un banquito y para colgar, y otra solo con cabinas, y luego ya aseos propiamente dicho, todo bien separado.
En una estructura arquitectónica enorme, hay como diez edificios o áreas de servicios con todo lo mencionado anteriormente en su interior.
Tiene además zona o área de enfermería y algo que no tiene el anterior sitio es socorristas.
Área de césped, tumbonas de safari, bancos para merendar, bancos normales, fuentes normales con agua potable para que se pueda beber si se requiere, distintos tipos de cubos de basura.





Zona de parque de juegos para niños pequeños, con redes y todo, hasta unas pistas de futbol y cancha de baloncesto para los chavales y deportistas, incluso alguna que otra cosa para que hagan ejercicio los señores mayores.




Desperdigados por todo el lugar también están las sombrillas propias del sitio, que cualquiera puede usar.


Salvo la zona que rodea la Piscina, luego iría la zona de césped, y todo lo demás es suelo de paraje natural,

De hecho todo el complejo se trata como un jardín botánico.




Todo bien, no hubo demasiada gente, estuvimos un buen rato en el agua, pero encontramos la idea, el concepto de «mi sitio favorito».

A un paso del recinto oficial.

De camino al coche a por unas cosas, al mirar hacia un lado nos maravilló la vista, y quisimos tomar una instantánea, según nos fuimos acercando mirando mejor a nuestro alrededor vimos como una charca, más maravillados si cabe todavía, nos fuimos de lleno para allá, para acabar encontrando un lugar que nos quitó el aire, pero sólo que puede ser de no esperárnoslo.


Se trata de ese tipo de lugares, rincones escondidos, con encanto, donde no hay nadie o casi nadie, y donde uno puede disfrutar más a su aire.


Fue todo un acierto quedarnos ahí, completamente solos.


Aunque técnicamente esté al lado, si uno no se fija, ni se sale un poco del camino marcado no cae en la cuenta de que ese lugar está ahí.



Nadamos o hicimos algo parecido a nadar llamado bucear, jugamos un poco con unas palas y una pelotica naranja.


El agua clarísima, la arena blanda, por zonas tambien con piedras pero de canto rodado, y con el sonido de la brisa y el agua dando contra las rocas, lo convirtió en el lugar en el que mas tiempo estuvimos, y donde nos lo pasamos mejor.


Eso sí, incluso volvimos a la parte de la piscina propiamente dicho, donde nos echamos una siestecica con treinta y cinco graditos bien agradables y una suave brisilla que nos hizo el día.


Comida, dos pieza de frutas, manzana verde y nectarina, un sándwich de pan bimbo y salchichón, un pan de leche con nocilla.
Y por supuesto, agua, mucha agua.
Una excelente opción para refrescarnos en verano.


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