Suena a música Tecno, Djeneveh, la chica abre los ojos despacio, le cuesta moverse, al principio no entiende nada, poco a poco va reconociendo dónde está, se lleva las manos a la cara avergonzadísima, se mira, lo que lleva puesto, pone más cara de vergüenza.
Abre un armario y saca ropa de ahí, un pijama, va al baño, y mientras se lava la cara se da cuenta de su pelo, tiene el pelo afro castaño y endiabladamente abundante y rizado de más.
Cuando termina de lavarse baja a la cocina, donde está un señor de unos 50 años, negro, con el pelo con rastas, delgado pero con un poco de barriga, cuando la ve, tiene una amplia sonrisa.
Con un claro parecido al joven de la noche anterior, a Jesús.
«Buenos días Tío Juanjo», le dice sentándose enfrente de él.
«Buenos días princesa», con esa sonrisa que le caracteriza.
Ella se pone a su lado, y le da un beso en la mejilla, muy tímida, no le mira mucho a la cara, mirada baja casi siempre, él tiene una tetera donde está echando el agua del interior a una taza.
«Feliz Cumpleaños» le dice su Tío Juanjo.
Djeneve se le queda mirando, por un momento casi llora.
«Gracias» (él le da la tetera, y ella se sirve también) «Suena bien», Dice Djenevah a Juanjo en relación a la música que suena.
«Hombre claro, es mi sesión de ayer, y ya sabes que soy el crack», le contesta Juanjo, se sonríen.
«He estado muy ocupada, ¿sa, sabes? Por eso, ya, bueno, vengo menos», dice ella un poco tímida, un poco nerviosa, un poco avergonzada.
«Sí, lo sé, entre las clases, las amigas, los amiguitos, y las discotecas. Lo sé, bien, tranquila, ya no sois unos críos».
Se ponen a desayunar.
«¿Y qué hago aquí?», pregunta ella extrañada.
«No está, te dejó aquí, te pilla más cerca de tu casa y hace tiempo que no tenía yo el honor de verte (ella baja más la cabeza) y se fue a su casa».
Djeneve asiente, él, Juanjo, empieza a hacer bromas y prácticamente sin querer, los dos se ríen.
CAPÍTULO 2
Djeneveh abre la puerta de su casa, está a oscuras, hay ropa, comida y sobre todo botellas de alcohol en el suelo y por todas partes.
Hay música latina puesta, en una de las habitaciones se escucha la risa de una mujer.
Djeneveh entra en su cuarto, que curiosamente está más limpio y organizado que todo lo demás.
Esoge ropa, y se mete en el baño.
Se ducha, se echa dos tipos de cremas corporales, crema hidratante y crema blanqueante química industrial.
Se maquilla con un tono más claro de base de maquilaje que su tono real de piel, se pone su peluca lisa y lacia.
Lleva unos pantalones ajustadísimos de cintura alta y otro top de esos de color chillón y estridente.
Cuando sale del baño, una mujer sale de una de las hbaitaciones.
Es una mujer baja, con la cara ovalada, pelo negro rizado al natural, ojos grandes achinados, nariz grande chata y labios carnosos, cuerpo con cuerpo y con curvas, una mujer muy exhuberante, no es delgada, pero sin ningún problema de sobrepeso, y con las cejas pintadas.
Lleva una bata corta, medio translúcida y se nota que no lleva ropa interior.
«Qué susto» dice la mujer asombrada.
«Hola Diane» le contesta Djenevah.
«Te he dicho mil veces que me avises cuando llegues» sigue diciéndole Diane.
«Ya estoy aquí». Contesta Djenevah desganada.
«Muy graciosa» le replica Diane.
Diane se para, la mira detenidamente, la toca el brazo, la cara y el cuello, Djeneveh poniendo caras de hastío e incordio.
«Pero, qué, Diane, quita» dice Djenevah intentando parar con las manos sin mucho ahínco lo que estaba haciendo Diane.
«Algún día te voy a tirar todas esa mierdas de cremas que tienes para ser blanca. No sé de dónde sacas el dinero para éstas tonterías», le dice Diane cuando se detiene.
Djeneveh entrando en su cuarto…
«Pues robando, Diane, y vendiendo mi cuerpo» dice Djenevah con sarcasmo.
Diane Irritada «¿Y no tienes otra cosa que ponerte? ¿De dónde sale eso? ¿Dónde están las cosas que te he comprado?».
«Por favor, las he vendido, y quemado».
Diane con gestos de mayor irritación «¿Y adónde vas?».
«A clase, hoy nos dan las notas, ¿recuerdas? He terminado el instituto».
«Eso ya lo sé. ¿Y qué mierda llevas en la cabeza? ¿Otra vez esas, pelucas? También te las voy a tirar todas. Con el pelo tan bonito que tienes».
Djeneveh se va a ir.
«¿Has desayunado? Hay comida» le pregunta Diane preocupada.
«No quiero pizza y cerveza, de hace tres días. Ya me han dado desayuno de verdad».
Diane pone una determinada expresión, que significa que quiere oir una explicación.
(Djenevah ralentiza su velocidad, desaparece el sarcasmo, la ironía y el mal tono, más suave, más tranquila, le cambia la actitud) «Estaba con el Tio Juanjo».
A Diane se le inunda la cara de cariño, sonríe.
«Has visto a Juanjo… Vaya, ¿cómo está?» Le dice Diane emocionada.
Djeneveh va a contestar y de la habitación sale un chico, latino, en calzoncillos, saluda con un levantamiento de cabeza y se mete al baño.
Djenevah seca y fría, «Está bien, le he dejado empezando la diálisis. (Silencio, arisca) No sabía que lo habías dejado con Aritz, se os veía muy bien ayer».
«En mi época las madres no tenían que dar explicaciones a sus hijas».
«Y así os ha ido, a los de tu época».
Diane suspira «Es complicado, Djeneveh».
Suena el timbre, Diane abre y es Lara, con la que se da dos besos y un abrazo.
«Hola Tita» saluda Lara a Diane.
«Hola mi amor, que guapa estás» saluda Diane con una sonrisa honesta.
Lara se ríe, «Gracias, ¿qué tal estás?».
«Como siempre, aquí peleándome con tu prima. (La da un abrazo a Lara) Pero qué monísima eres, y qué sana se te ve. Sin pelucas, sin maquillaje, tan tostada y tan elegante».
«Ya vale, tita. (Lara coge a Djenevah de la mano)Tenemos que irnos, (Lara le da un beso en la mejilla a Diane) «esta tarde nos vemos».

Deja un comentario