Anatomía de… «Scream 6´´ (Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, 2023)

Desde pequeño he sido un gran fan del género slasher, consistente en un asesino (generalmente enmascarado) que va eliminando uno por uno a un grupo de personas (generalmente adolescentes).

El género tiene un precedente literario en la novela Diez negritos, de Agatha Christie, pero en el cine las películas que son consideradas como proto slashers son Psicosis y El fotógrafo del pánico, que colocaron por primera vez al espectador en el punto de vista del asesino.

A finales de los 70 este subgénero nació definitivamente con Halloween, la película de John Carpenter que terminó de definir sus características principales y clichés, y cuyo éxito provocó una fiebre por el slasher que se extendió hasta los años 80.

En la década de los 90, sin embargo, decayó fuertemente por la falta de ideas innovadoras y el agotamiento con las franquicias principales que lo conformaban. Pero entonces apareció Scream, escrita por Kevin Williamson y dirigida por Wes Craven, un nombre que los fans del subgénero ya conocían gracias a Pesadilla en Elm Street.

La película no inventaba nada nuevo pero sí aportaba un toque fresco y más descarado donde se homenajeaba al slasher pero al mismo tiempo se señalaban de forma posmoderna y humorística sus distintos clichés. Por último, se añadía un toque detectivesco con un asesino de carne y hueso al que había que descubrir, y múltiples sospechosos.

Su éxito provocó una segunda oleada de slashers entre finales de los 90 y primeros de los 2000, caracterizada por ese tono más juguetón que incluso adoptaron sagas clásicas para seguir siendo relevantes entre el nuevo público.

Y también provocó que, siendo un niño, descubriera el slasher y, a través de sus múltiples homenajes a películas anteriores, me interesara por estas y descubriera a Freddy Krueger, Chucky o Mychael Myers.

Como curiosidad, añadiré que la primera entrega que vi de la saga fue la segunda, la cual comienza en un cine. Y la vi en un cine, así que mi relación con ella fue meta desde el principio.

Como no podía ser de otra forma con Scream.

Desde el año pasado parecemos estar viviendo una tercera oleada que curiosamente han iniciado las últimas secuelas de Scream, tanto la quinta, estrenada en 2022 y esta que nos ocupa.

Como fan del slasher, por supuesto que estoy feliz de ver como una vez más estas películas vuelven a las carteleras, y siempre le estaré agradecido a estas dos secuelas por traer la nueva oleada que nos ha permitido tener cintas interesantes como Terrifier 2 o Pearl.

Sin embargo, y pese a no parecerme malas películas, no puedo compartir el aplauso generalizado a estas dos producciones.

Para explicar el por qué, hablaré de Scream 6, la más reciente de las dos, dirigida al igual que su predecesora por los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, conocidos artísticamente como Radio Silence.

Ambos asumieron la tarea de sustituir a Wes Craven, director de las cuatro anteriores, lo que hizo que muchos fans les tuvieran en el punto de mira por ver si eran capaces de continuar con dignidad el trabajo del «maestro´´.

Sin embargo, y a riesgo de que esos mismos fans me quieran acuchillar como si fueran el villano de un slasher, he de decir que para mí el éxito de Scream radica en los guiones y no tanto en la dirección, ya que salvo momentos puntuales como la escena del teatro de la segunda no veo una aportación visual interesante por su parte.

Dicho esto, Radio Silence pasó con nota el juicio sumarísimo de los fans en la quinta, y nos trajeron esta sexta a principios de año. Prometieron que esta vez, hecho ya el homenaje, sorprenderían con cosas diferentes.

Pero no fue así.

A continuación dividiré el análisis en distintos apartados:

Personajes

La película sigue a los supervivientes de la entrega anterior, buscando consolidarlos como los nuevos protagonistas de la saga ya que los protagonistas clásicos siguen apareciendo pero en un rol más secundario.

Pese a que soy un fan de la Scream original, no considero que los personajes heredados de aquella sean irreemplazables. Para mí, todo el mundo puede ser sustituido siempre y cuando se dé con un relevo a la altura.

De hecho, y a riesgo de enfadar de nuevo a los fans, diré que no he notado nada la ausencia de Sidney, la heroína oficial de Scream y que por primera vez no aparece en la saga debido a un desacuerdo económico entre la actriz y la productora.

Sin embargo, creo que estos nuevos personajes no funcionan.

Para empezar, diré que las interpretaciones con como mucho justitas. No considero que las películas originales tuvieran grandes actuaciones, pero sí actores que tenían carisma y encajaban en sus papeles. Algo que no ocurre con el nuevo reparto.

Especialmente sangrante es el caso de Sam, el personaje que tiene la historia más interesante debido a su parentesco con uno de los asesinos originales, y que está interpretada por una actriz que no transmite, a mí por lo menos, absolutamente nada.

Lo único destacable que tienen en este apartado es a Jenna Ortega.

¿Papelón? Papelón.

¿Ha nacido una estrella? Ha nacido una estrella.

¿Me da un poco de pereza? Me da un poco de pereza.

Digo esto porque, aunque está muy bien que Jenna Ortega brille en las dos películas y lo dé todo por su personaje, Tara, este no me parece nada interesante. Le faltan en mi opinión carisma y una personalidad más definida, y no me interesa la subtrama sobre la sobreprotección de su hermana Sam.

Escenario

Este era uno de los puntos fuertes de Scream 6, ya que por primera vez en la saga la acción se traslada a una gran ciudad como Nueva York. Y creo que es en este apartado donde la película cumple más.

La nueva localización permite jugar con diferentes escenarios, como el metro, apartamentos, callejones o una tienda. Los directores y el guión saben sacarles provecho entregando lo mejor de la película: las set pieces de persecución.

No solo el ritmo es frenético en estas partes, sino que visualmente hay cosas muy interesantes como un juego de luces y sombras en la escena del metro que sirve para aportar tensión.

La banda sonora, a cargo de Brian Tyler, funciona y es adecuada. A destacar también el diseño de producción, especialmente en una escena que transcurre en un santuario dedicado a los asesinos anteriores.

Guión

Para mí, sin duda, la parte más débil por tres razones:

La promesa de innovación, como he dicho antes, no se ve cumplida. Los momentos donde se busca sorprender (véase el inicio, donde se le da la vuelta a una de las «reglas´´ de la saga) se desaprovechan y tienen cero impacto en la trama.

Hay bastantes muertes a lo largo de la película, pero ninguna que tenga impacto en el espectador, ya que las víctimas son en su mayoría personajes aleatorios que aparecen en una o en un par de secuencias, y mueren.

Por otro lado, los protagonistas son prácticamente inmortales. Los apuñalan varias veces, y en la siguiente escena están besándose, haciendo bromas o charlando sobre la vida. Esto disminuye mucho la sensación de amenaza que transmite el asesino (algo clave en un slasher).

La tercera razón es la revelación final. No tanto porque sea previsible, sino porque el plan del malo no tiene no tiene sentido y genera muchas lagunas argumentales.

En definitiva, Scream 6 no es una mala película. Entretiene y posee algunas de las mejores set pieces de la saga, pero resulta repetitiva y desaprovecha elementos que podrían haber sido interesantes (como el giro del inicio o el lado oscuro de Sam).

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