Uno de los paseos más agradables que se pueden realizar en Madrid es por el Parque del Capricho, uno de los parques más bellos pero más desconocidos que tiene la ciudad.
Situado en el distrito de Barajas, se trata de uno de los ocho parques históricos de Madrid, creado en el siglo XVIII. Se puede llegar tanto en metro como en autobús y al lado hay un amplio aparcamiento gratuito, por lo que también se puede ir en coche. Hay que tener en cuenta que hay ciertas restricciones a la hora de entrar al parque: la primera en cuanto al horario, pues sólo abre fines de semana y festivos; la otra es que no se puede entrar con comida, bicicletas, animales, pelotas… Es un parque para pasear y disfrutar.
He estado en varias ocasiones en El Capricho, por libre o con visita guiada, recomendables las dos, aunque todo depende de lo que te apetezca ese día. Si vas a dar un paseo, por libre, disfrutarás de un rato muy agradable, bonito, relajado. Si por el contrario decides hacer una visita guiada, saldrás fascinado por toda la historia y el misterio que encierran sus arquitecturas y monumentos.
El parque de El Capricho es un fiel reflejo de su creador, en este caso, la IX duquesa de Osuna, María Josefa de la Soledad Alfonso-Pimentel, una de las mujeres más poderosas de la España de finales del XVIII, junto con la duquesa de Alba y la reina María Luisa de Parma. Era una mujer de la Ilustración, muy inteligente, que hablaba varios idiomas, mecenas de artistas y literatos (pintores, escultores, arquitectos, compositores, poetas, filósofos, toreros…), conocedora de los gustos y corrientes estéticas de la época. En su palacio, que albergaba una biblioteca con hasta 60.000 títulos, se llevaban a cabo tertulias por donde pasaron Jovellanos, Iriarte, Moratín, Meléndez Valdés, Washington Irving o Goya, gran amigo de los duques de Osuna.
Esa personalidad y esos amplios conocimientos están expuestos en este bello parque. Además, muchos de los caprichos que encontramos a lo largo del camino están rodeados de un halo de misterio, con muchas leyendas y aún más incógnitas. Por lo general, suelen relacionarlo con la masonería por algunos símbolos como las esfinges, una huella de oca, una pirámide, relieves de temas difíciles de entender… Si bien no hay constancia que ni la duquesa ni su marido fuesen masones, bien podría serlo su nieto don Pedro, quien heredó el palacete. Sin embargo, es un misterio aún sin resolver.
Nada más entrar a mano derecha encontramos el primer enigma: las columnas de los enfrentados o los duelistas. Encima de ellas hay sendas estatuas de seres mitológicos, una es Atenea y el otro podría ser Hermes o Perseo. Lo más curioso es que están de espaldas y separadas 40 pasos entre ellas, la distancia a la que debían estar los duelistas. Desconocemos por qué se eligieron esos dioses o por qué están a esa distancia, aunque existen varias teorías.
Más adelante, descubrimos uno de los lugares más fotografiados del Capricho, la exedra, todo un monumento a la creadora de este lugar, María Josefa, cuyo busto se encuentra sobre un pedestal, en un podio semicircular rodeado por esfinges.
Siguiendo por el recto camino nos topamos con el palacete, bastante sobrio por fuera, pero lo más bello y lujoso estaba en su interior. Obras de los mejores artistas decoraban el palacio, esculturas, pinturas murales, cuadros, muebles… Había hasta 22 obras de Goya, seis de las cuales son de una temática oscura y siniestra, una serie que él mismo describió como “asuntos de brujas”. Dos de los cuadros más conocidos de esta serie son “El aquelarre” en el Museo Lázaro Galdiano, y “Vuelo de brujas” en el Museo del Prado. No se sabe a ciencia cierta por qué los duques encargaron estas pinturas, aunque podrían estar relacionadas con algunas de los libros que la duquesa tenía en su gran biblioteca, algunos de los cuales estaban prohibidos por la Inquisición. Lamentablemente, todo lo que había en su interior fue vendido o subastado tras la caída de la cada de Osuna, a finales del siglo XIX. A día de hoy el palacio no es visitable, aunque hay un proyecto museístico según el cual estaba previsto que se abriera al público en 2023. De momento parece que tendremos que esperar un poco más.
Justo al lado del palacio, una puerta maciza y misteriosa lleva hasta un búnker a 15 metros bajo tierra, visitable de forma gratuita, aunque solamente a través del programa “Visita Madrid”, una serie de actividades que el Ayuntamiento ofrece cada ciertos meses para conocer lugares o edificios de la ciudad.
Subiendo una colina nos encontramos con el templete a Baco, uno de los elementos más bonitos del parque. Es un templo de planta oval, con 12 columnas, en cuyo centro se encuentra una escultura del dios del vino, guiño a las propiedades que tenían los duques, pues gran parte de ellas estaban dedicadas a viñedos.

Otro de los edificios más curiosos que hay en el parque es el abejero, con dos largos pasillos con unas aberturas en el exterior por donde entraban las abejas y que daban a diferentes espacios para que hicieran colmenas y así después vender la miel. Lo que diferencia este edificio de otros similares que se encontraban en Europa en estos momentos es que se levantó para observar cómo trabajaban estos insectos, pues para la duquesa eran símbolo de una buena sociedad, obediencia y laboriosidad. Allí invitaba la duquesa a sus amigos para realizar tertulias mientras se escuchaba música clásica y veían trabajar a las abejas. Curioso cuanto menos.
Una ría recorre esta parte del parque, pasando por una hermosa laguna con un gran monumento al III Duque de Osuna en una isla artificial con cascada. Es un lugar perfecto para sentarse en un banco y disfrutar del paisaje y su tranquilidad.
Otro de los lugares más misteriosos es la ermita, la cual visualmente parece un decorado más que una ermita real. Cuenta la leyenda que dentro habituaba un ermitaño de verdad, que rezaba por los duques y su familia. Dicen que este ermitaño, llamado fray Arsenio, estaba obligado a no cortarse las uñas ni el pelo, por lo que su aspecto debió de ser muy siniestro. A su muerte se le enterró junto a la ermita, bajo una misteriosa pirámide.
Por el camino nos hemos dejado unos cuantos caprichos, aunque así podréis descubrirlos en persona. Es un parque precioso, que encierra misterios y secretos que quizás nunca logremos escudriñar, pero que hace que este lugar sea aún más atrayente.






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