
O leéis esta crítica hasta el final…o me cargo al conejito.

En los años 90, Nicolas Cage se convirtió en un héroe de acción. Y lo hizo gracias a tres películas: La roca, Cara a cara y esta de la que voy a hablaros en este artículo, Con Air, estrenada en el verano de 1.997.
Es imposible hablar de ella sin hacerlo de su productor, Jerry Bruckheimer, entonces considerado el rey Midas de Hollywood junto con Joel Silver.
Jerry es un caso anómalo dentro de la producción, ya que su mano se nota mucho más que la de la mayoría de directores con los que trabaja e impregna la película con su sello de principio a fin.
¿Y cuál es este sello? Pues el cine concebido como espectáculo. Su máxima se resumiría en: no importa que nada tenga sentido si hay el suficiente número de tiros y explosiones para mantener al público entretenido.
Con decir que el director con el que más se identifica y con el que más veces ha trabajado es Michael Bay, creo que se entiende.
Y es que Con Air es mucho más hija de su estilo que de el de su director, Simon West, quien se limita a hacer un trabajo correcto y artesanal. La historia que cuenta la película no puede ser más directa y sencilla:
Cameron Poe, el personaje de Cage, regresa a casa tras pasar un tiempo en prisión y está feliz porque va a conocer a su hija. Pero otros presos se apoderan del avión en el que están siendo trasladados, y deberá colaborar con los federales para detenerlos.
Con esta premisa, se podría haber rodado un thriller aéreo del estilo de United 93. Pero eran los noventa y producía Bruckheimer, así que la película opta por no tomarse en serio a sí misma y se convierte es un espectáculo de acción desmelenado.
Y funciona. Es un producto que puede que los millenials y aquellos acostumbrados al cine de acción más realista de los 2.000 y 2.010 detesten, pero si se entra en su juego es un disfrute.
Y sí, Nicolas Cage salva al conejito.

El guion presenta algunos aspectos que me parecen interesantes.
El primero es que el protagonista va a la carcel por matar a un tipo que acosaba a su mujer. Es decir, aunque empatizamos con él y entendemos sus razones, el héroe es culpable y no víctima de una trampa.
Y eso es un enfoque sorprendente, teniendo en cuenta que es una película de Hollywood.
Otro punto positivo son los villanos. En el cine de acción, estos suelen ser bastante genéricos a excepción quizás del principal. Pero en Con Air, cada uno tiene su propia personalidad y son incluso más interesantes que el protagonista.
Si a eso se le suma que hay actores como John Malkovich, Ving Rhames o Steve Buscemi interpretándolos, el nivel no hace más que subir.
Con Air es, en definitiva, una montaña rusa de emociones. Solo si se entra en su tono, a ratos delirante, se aceptaran cosas como un avión aterrizando junto a un casino de las Vegas o los villanos intentando huir en algo tan discreto como un camión de bomberos.
O mi escena favorita, que es la muerte del villano principal. Este sufre una caída y es electrocutado al final de la película, pero algún guionista o productor debió pensar que no era suficiente.
Así que decidieron matarlo una tercera vez, haciendo que un martillo pilón le aplastase la cabeza. ¿Exagerado? Sí ¿Maravilloso? También.
En definitiva, os recomiendo Con Air si sois de aquellos capaces de disfrutar con un producto algo estúpido pero consciente de sí mismo en el que un héroe salva al mundo melena al viento y sin despeinarse.
Para todos los demás, este vuelo no es para vosotros. Mejor coged el autobús.


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