Anatomía de : «South Park: más grande, más largo y sin cortes´´ (Trey Parker y Matt Stone, 1.999)

En el verano de 1.999, tenía nueve años. Acudí al cine con mi vecina, y decidimos ir a ver una película de animación que acababa de salir y parecía muy apropiada para mi edad. Se llamaba «South Park´´.

A los diez minutos de que empezara la película, dos cómicos canadienses cantaban «eres un cabrón, hijo puta´´, soltando una cantidad de tacos proporcional al número de centímetros que mi vecina se iba hundiendo en su asiento.

Un rato después, ocurrió esto. En la misma película.

Pero es que después pasó esto. En la misma película también.

Por supuesto, hice lo que todo niño responsable de mi edad habría hecho: pasarme el resto del verano despierto hasta casi las tres para ver a escondidas la serie que dió origen a aquella maravilla.

«South Park´´ fue creada en 1.997 por Trey Parker y Matt Stone. Es una de las series más longevas de la televisión en Estados Unidos, ya que aún se emite.

Su argumento narra las aventuras de cuatro niños en el ficticio pueblo de South Park, en Colorado. Ellos son Kyle, Stan, Cartman y Kenny (que moría en casi todos los capítulos, solo para volver en el siguiente sin explicación lógica).

Mi vecina aún vaga por la sala de cine, intentando encontrar esa película para niños que íbamos a ver.

Su éxito ha dado lugar a varias películas, siendo la primera de ellas «South Park: más grande, más largo y sin cortes´´, en 1.999. Su argumento no puede reflejar mejor el espíritu bizarro de la serie:

Después de que los niños de South Park se aficcionen a decir palabrotas tras ver una película canadiense, sus padres emprenden una guerra contra los responsables de esta, y el mismo país de Canadá.

Al mismo tiempo, Sadam Hussein, que está en el infierno y se ha convertido en amante de Satán, planea aprovechar esto para volver a la Tierra y seguir haciendo el mal. ¿Podrán los niños detenerle?

South Park, tanto en la serie como en la película, funciona en distintos niveles:

Cuando eres niño, te engancha por tratarte como a un adulto, reflejar la forma malhablada en la que muchos nos comunicábamos entre nosotros cuando no estaban los padres, y crear historias donde los niños son mucho más sensatos que los adultos.

Cuando creces, te das cuenta también del trasfondo que hay detrás, ya que estas historias funcionan también como una sátira de la sociedad de EEUU donde recibe todo el mundo, tanto la izquierda como la derecha política.

Esto sorprende especialmente a los que vivimos en España, donde el humor suele estar muy politizado y sacudir solamente a los sectores conservadores.

Mi personaje favorito (tengo la figura) es Kenny, ese chico pobre vestido de esquimal cuya capucha impide entender lo que dice, y cuya muerte en la película da lugar a uno de los momentos más divertidos y épicos.

Doctor: Hijo, tengo malas noticias. Te hemos cambiado el corazón por una patata, y te quedan cinco segundos de vida.

Kenny: (grita, y poco después su pecho revienta de forma bastante gore).

Doctor: ¡No, otra vez! ¡Siempre la misma mierda!

Lo confieso: Han pasado más de veinte años, y me sigo partiendo con esa escena.

Pero South Park, la película, también funciona en otro aspecto que no se suele destacar tanto: es un gran musical. De hecho, puedo decir que es mi musical favorito.

Al menos, no conozco otro donde todas las canciones sean memorables y te apetezca escucharlas una y otra vez. Lo confieso: las tengo puestas de fondo mientras escribo esto.

Cada uno tendrá su favorita, pero yo me quedo con «Soy muy formal´´, en la que un profesor intenta corregir a los niños que se han puesto a decir palabrotas, enseñándoles formas más educadas de expresarse a través de la música.

A ella pertenecen líneas tan divertidas como: «No hay por qué acabar en un sucio hostal, haciéndote pajas para matarte y tal. Sigue mi plan, y pronto podrás decir: yo soy muy formal´´.

No sé ustedes, pero yo lo tengo claro: clásico instantáneo.

No puedo acabar la crítica sin hablar de la pareja de la película: Sadam y Satán.

Una pareja de villanos que amenazan a la Tierra hasta que Kenny (o más bien su espíritu, que va al infierno tras morir) convence a Satán, que en el fondo es un buenazo, de que Sadam no le conviene y solo le utiliza.

Hasta entonces, nos dejan momentos tan sexys como una canción de George Michael.

En definitiva, South Park siempre será un clásico que tendrá un lugar especial en mi corazón. Una película que, vista hoy, sigue siendo tan fresca y loca como en sus inicios. si no más.

Y es que su mensaje, que muestra lo peligroso que puede ser que la gente busque censurar todo aquello que les molesta y a lo que culpan de lo malo que pasa en sus vidas, tiene hoy más vigencia que en aquel lejano verano.

Si son de los que no creen que el humor zafio puede ser también inteligente, siempre pueden hacer como la señora que abandona el cine al poco de empezar la película, preguntándose: «¿qué puedes esperar de un canadiense?´´.

Al resto, les doy la bienvenida a South Park.

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