Didie y el Clan del Sabueso Maldito

Audiocuento

Hay una calle de Madrid, de un barrio perplejo constantemente donde habita el dueño de un perro rabioso.

Todas las mañanas a las siete y media su dueño lo saca a pasear en un pequeño parque, donde no va nadie  más.

El perro ladra a todo el mundo, va detrás de la gente, la muerde, la amedrenta, no quiere jugar con niños ni con perros. No puede.

Tiene un bozal que siempre destroza, le han llevado al veterinario, pero no está enfermo,

Ni tiene la rabia ni ninguna otra cosa, su dueño ha intentado todos los trucos de manuales que se encuentran en los libros escritos por entendidos en la materia, incluso le llevó a la tele a un programa de  adiestramiento. Nada funcionó.

Un buen día, el perro siguió una pista enfurecido por la vida olisqueando las calles y ladrando a diestro y siniestro, y todos los dias a partir de ese, perdía el rastro.

Su dueño, no pudo más y decidió donarlo. Pero nadie queria comprarlo, ni apadrinarlo, ni nada.

El perro migró y encontró a otros perros aunque no tan fieros como él, pero igual de irritantes. Con los que se peleaba todos los dias como si ese fuera su juego favorito.

Un buen dia, el perro encontró a una haskey, preciosa blanca y negra con un ojo azul y otro verde.

 Kiki se llamaba, su dueña todas las mañanas que el perro rondaba a Kiki, se la llevaba corriendo por miedo a que el perro hiciera algo a su perra.

Kiki no le tenia miedo y siempre tiraba de la dueña para pelearse con él, aunque nunca hubo un enfrentamiento directo, solo ladridos.

El antiguo dueño del perro, volvió a comprarlo, pero el perro se las ingeniaba para acabar dando el paseo cera de donde vivia Kiki, a la misma hora que ésta salía a pasear.

A Kiki la solían soltar para que hiciera sus necesidades y paseara libremente y un dia se perdió, acabó en el callejón donde se reunía el perro y sus compañeros de peleas. Entre todos la atacaron, él incluido.

Pero el perro, llevó a su dueño hasta donde estaba Kiki malherida, y éste llevó a la pobre perra al hospital, al veterinario, y pasados unos cuantos días de convivencia con ella, localizó a la dueña.

Fran se llamaba el dueño del perro, Didie se llamaba la dueña de Kiki. Fran descurbió que Didie y su perra eran las únicas que tranquilizaban a su perro, con las únicas con las que se comportaba como un perro amaestrado.

Con un pacto un poco extraño, Didie, Fran y Kiki se juntaban mas amenudo, para que poco a poco el perro adoptase sus verdaderos modales.

Conclusiones

El tiempo fue pasando, y entre todos creció algo más que amistad. El perro seguía viendo a sus compañeros malhechores pero le respetaban por ese cambio que a veces le convertía en más fiero todavia, pero ya no era el  mismo cabeza loca que siempre.

Pasado un tiempo, Fran y Didie se casaron, se fueron a vivir juntos, aunque seguían teniendo el problema del perro problemático. No sabía comportarse cuando había más gente, ya no mordía ni a niños ni a perros, pero seguia ladrando como un condenado.

Cuando un buen dia Kiki le preguntó al perro porque se comportaba así, el perro respondió que porque necesitaban un toque femenino, y así Didie no se iria del lado de Fran.

Cuando un buen día Fran le preguntó a Didie qué hacia para mantenerle tan manso al perro, ella le contestó que solo le cantaba y le bailaba.

Tres años después,  Didie y Kiki se marcharon de la ciudad, dejándoles solos. Un dia Fran le preguntó al  perro porqué creía que ellas les habían abandonado, el perro quiso contestarle, porque los dos se habían vuelto buenos y blandos.

Deja un comentario